Sevilla, 23 de febrero de 2012. Ayer se llevaron a cabo movilizaciones de portesta en contra de estos cultivos y se le hizo entrega a los grupos parlamentarios el siguiente documento:
1. Los cultivos OGM en Andalucía y en España
De los 27 EE. MM. de la UE, sólamente 7 explotan comercialmente los cultivos genéticamente modificados. El resto los han prohibido, mediante cláusulas de salvaguardia (Austria, Francia, Grecia, Hungría, Alemania y Luxemburgo) u otros mecanismos o han introducido restricciones sobre los transgénicos en todo su territorio o parte del mismo.
Los dos cultivos actualmente autorizados en la UE son el maíz MON810 y la patata Amflora.
España es, con diferencia, el país de la UE con mayor superficie de cultivos genéticamente modificados (más del 85% del total) y también aquí se realiza casi la mitad de los ensayos al aire libre con transgénicos. En 2011, según las estimaciones del MAAMA, en función de las semillas vendidas, se cultivaron 97.325 ha de maíz MON810, de ellas 5.250 ha en Andalucía, sin que haya ninguna información sobre la localización exacta de estas plantaciones (doc. 1).
Se está potenciando el cultivo de MON810 incluso en zonas donde no existe la plaga del taladro, para la que fue diseñado, o ésta es muy secundaria, con el único fin de propagar al máximo el cultivo transgénico.
2. Cultivos transgénicos: ¿para qué?
Cultivar con OGMs no es más barato y no implica producir mayor cantidad de alimentos o de fibra (algodón), como han demostrado diferentes estudios en España o EE.UU (doc. 2). No van a acabar con el hambre en el mundo como demagógicamente se nos quiere hacer creer. Únicamente se beneficia a unas pocas multinacionales que pretenden controlar la alimentación mundial.
No podemos obviar el impacto que están produciendo los cultivos transgénicos en muchos países (EE.UU., Argentina, India,…), constituyendo un ataque directo contra la biodiversidad y la soberanía alimentaria, así como contra la independencia de los/as agricultores/as y los/as ganaderos/as y la ciudadanía en general, dejando nuestro futuro en unas pocas manos.
Los cultivos transgénicos no solucionan los problemas de los productores, antes al contrario, contribuyen a crear otros nuevos: caída de la renta de los/as agricultores/as y ganaderos/as, aumento de los insumos, aparición de nuevas plagas, fortalecimiento de plagas secundarias, rápida aparición de resistencias en las plagas principales (doc. 3), transferencia de la resistencia a herbicidas totales a las malas hierbas (doc. 4, video 1), destrucción de la biodiversidad con la creación de “desiertos verdes”… A todo ello, hay que sumar las pruebas, cada vez más claras, de los daños en la salud de los consumidores (doc. 5, video 2).
3. Las implicaciones para el sector apícola
El pasado 6 de septiembre de 2011 el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TSJUE) dictó sentencia sobre la presencia de polen OGM en la miel (doc. 6), estableciendo que dicha miel no puede comercializarse sin autorización previa. Esta sentencia supone de facto declarar no aptas para su comercialización en la UE las mieles que contengan polen OGM, aunque su presencia sea fortuita. Desde entonces, las mieles y el polen andaluces y españoles están bajo sospecha, al ser nuestro país el mayor productor de cultivos transgénicos de la UE.
Las consecuencias para los apicultores son claras: frenazo de las exportaciones, mayores exigencias de los importadores centroeuropeos para garantizar la no presencia de polen OGM, pago de costosos análisis adicionales a nuestras mieles, caída del precio de la miel de 0,30-0,50 €/kg (un 15-20%) en el mercado interior, bloqueo de parte de la cosecha 2011…
La preocupación y la incertidumbre en que se encuentra el sector apícola ante la próxima cosecha son muy altas, sin que se haya tomado ninguna decisión ni a nivel europeo ni a nivel estatal para resolver este problema.
La indefensión de los apicultores es total, ya que no sólo son las víctimas de esta situación sino también los culpables que tendrán que demostrar, con unos costes insoportables, que sus productos son conformes con las normas europeas. ¡Esto es intolerable!
El Parlamento Andaluz, que el 23 de marzo de 2011 aprobó por unanimidad una Proposición No de Ley de apoyo al sector apícola andaluz, tiene que tomar medidas para acabar con la dispersión incontrolada de material genéticamente modificado en Andalucía e instar al Congreso de los Diputados a que haga lo propio a nivel estatal, prohibiendo el cultivo de transgénicos en España, como ha hecho la mayoría de nuestros socios europeos.
El 20 de febrero, las Autoridades Francesas han enviado un documento (doc. 7) a la Comisión Europea, DG SANCO, exigiendo medidas de urgencia sobre el cultivo de semillas de maíz modificado genéticamente MON810, en virtud del artículo 34 del Reglamento Nº 1829/2003/CE, para hacer frente a los riesgos medioambientales de este cultivo. En concreto, las Autoridades Francesas piden a la Comisión Europea que:
a. Reevalúe completamente el MON810, a la luz de las nuevas líneas directrices de evaluación del impacto medioambiental de la UE.
b. Defina las medidas de gestión adecuadas que deberían hacerse obligatorias para el conjunto de los usuarios de este OGM.
c. Mientras tanto, suspenda de urgencia la autorización de cultivo de las semillas de maíz MON810 en la UE en aplicación del artículo 34 del Reglamento Nº 1829/2003/CE.
En el supuesto de que la Comisión Europea no asuma las demandas francesas, el Gobierno francés tiene previsto adoptar, debido a la proximidad de la época de siembra, una prohibición temporal del cultivo de maíz MON810 en su territorio, con el fin de proteger el medio ambiente.
4. ¿El turno del algodón?
El 28 de diciembre de 2011 la Comisión Interministerial para los OGMs (MAAMA) hizo pública la solicitud de autorización de la empresa Bayer CropScience (doc. 8), a través de la Autoridad Competente Española, para el cultivo del algodón modificado genéticamente GHB614 (tolerante al herbicida glifosato) en la UE.
COAG, la PALT y Plataforma Rural rechazamos frontalmente esta petición de Bayer que esperamos sea denegada por innecesaria y peligrosa y porque supone un paso atrás y un obstáculo en el camino emprendido por el sector del algodón en Andalucía, así como alejarse de las demandas del ‘mercado de calidad’ que ya está publicitando el algodón sin OGMs (doc. 9).
Los algodoneros están haciendo un gran esfuerzo para conseguir un manejo más eficiente y más respetuoso con el medio ambiente, siguiendo las demandas de la UE, y no necesitan para nada un algodón transgénico.
Desde 2006, alrededor del 80% de la superficie de algodón se cultiva en producción integrada, con el apoyo del programa agroambiental de la Junta de Andalucía. Esto ha supuesto el abandono del acolchado plástico, una disminución del uso de agua (30%) y fertilizantes (40%) y una reducción importantísima en los tratamientos con plaguicidas y herbicidas. Todo esto se expone en un documento recientemente remitido por el sector a la Comisión Europea (doc. 10).
A este respecto, es significativo que Grecia, el principal productor de algodón de la UE, también rechace abiertamente los OGMs.
El algodón está manteniendo la actividad de las explotaciones familiares en las zonas productoras, ante la falta de alternativas agrícolas viables. Por ello, debe evitarse que con la próxima reforma de la PAC (2014-2020) se pueda perder una parte importante de los apoyos al sector. Esto implica valorar la especificidad del algodón y establecer una zona agronómica específica, que permita mantener ligado al cultivo, sin OGMs, tanto los derechos de pago único como las ayudas acopladas, gracias a las cuales hemos llegado a nuestra realidad actual.
Por otro lado, un algodón transgénico “Roundup Ready” sólo nos puede llevar a una situación como la de los EE.UU., donde las malas hierbas que se han hecho resistentes al glifosato (fundamentalmente, el Amaranthus palmeri) afectan ya a cerca de 4 millones de hectáreas de este cultivo, según los datos del Consejo Nacional del Algodón. Esto ha obligado a los agricultores a utilizar “bombas químicas” con herbicidas de alta toxicidad, prohibidos en muchos países, o a volver a técnicas de laboreo y escarda manual muy costosas (doc. 4, vídeo 1).
5. Conclusión
Las razones para no cultivar OGMs son múltiples: económicas (doc. 2), agronómicas (doc. 4, doc. 3), ambientales (doc. 7), de mercado (doc. 9), de salud de los consumidores (doc. 5, video 2)… y cada vez son más irrefutables.
Parece paradójico que mientras la Administración Alemana retira las mieles con polen transgénico de las estanterías de los supermercados y los consumidores centroeuropeos rechazan masivamente el consumo de OGMs (doc. 11), las multinacionales como Bayer o Monsanto vienen a proponernos que cultivemos más transgénicos y sigamos dispersándolos por nuestros campos.
La presencia de polen OGM en las mieles o la imposibilidad, debido a la contaminación transgénica, de obtener pienso ecológico en nuestro país (doc. 12) para alimentar a la ganadería ecológica, son ejemplos claros que vienen a demostrar que la coexistencia es imposible.
La normativa europea autoriza a los Estados Miembros a “tomar las medidas necesarias para evitar la presencia de OGMs en otros productos”, incluyendo “la prohibición del cultivo de OGMs en amplios territorios”. Dado que la libertad de producir transgénicos elimina la libertad de otros a producir sin transgénicos, el Estado Español puede y debe paralizar el cultivo de OGMs y apostar por unos productos agrícolas y ganaderos diferenciados, sin OGMs, dirigidos a nuestros consumidores y a los mercados europeos de calidad.
Sevilla, 23 de febrero de 2012