- La falta de transparencia en el mercado vuelve a poner en cuestión la Seguridad Alimentaria.
El déficit informativo existente en los recientes fraudes de productos tan importantes y autóctonos –desde las perspectivas cultural, alimentaria y económica– como lo son el jamón y el aceite de oliva, se reproduce en el lamentable caso de los pepinos. Puede ser que todo obedezca a estrategias comerciales de los mercados e incluso a intereses políticos, pero detrás de todo existe un valor más esencial. Se trata de la salud de los consumidores que se ha puesto en peligro y que está en entredicho debido entre otros aspectos a la falta de claridad y transparencia informativa que en estos casos es fundamental.
Salud, alimentación y economía son elementos esenciales en una sociedad de consumo en crisis como la actual, en la que debemos protegerlos de forma prioritaria frente a cualquier posible injerencia o trasgresión de quienes pretendan lucrarse a costa del engaño. Así, el fraude no sólo afectaría a unos consumidores y usuarios indefensos ante una información objetiva, sino a toda una comunidad autónoma como Andalucía que asiste a cómo sus principales bastiones económicos y de su Producto Interior Bruto son amenazados.
Es cuestión de no atisbar ningún tipo de hundimiento de estos ámbitos claves en la Economía andaluza y para ello es necesario que el poder político, gobierno y oposición tomen conciencia de los temas que deben ser cuestiones de estado para Andalucía y poner freno a los envites que venimos padeciendo a este respecto y recibiendo en estos días.
La Unión de Consumidores de Andalucía destaca su sorpresa porque a estas alturas no haya quedado perfectamente determinado el foco del problema y se siga poniendo el énfasis en la defensa de los intereses comerciales de los productores mientras los consumidores –europeos, españoles y andaluces– siguen sin saber qué es lo que ha pasado, dónde, cómo y con qué alcance, encontrándose absolutamente indefensos y desconcertados en una maraña de intereses económicos que en modo alguno pueden estar por encima de su salud.
De este modo, y en tanto que no se actúe con absoluta transparencia y eficacia, difícilmente se va a poder recobrar la confianza de los mercados y de la ciudadanía, muy tocada tanto por las graves consecuencias de este episodio, como por la incapacidad de las administraciones para dar una respuesta adecuada –una vez más– a una crisis alimentaria desatada en relación a una producción y comercialización aparentemente controlada en todas sus fases mediante elementos de trazabilidad que debieran propiciar una mayor eficiencia en los mecanismos de respuesta.